Señor ayúdame
Señor, ayúdame a decir la verdad, delante de los fuertes y a no decir mentiras para ganarme el aplauso de los débiles.
Si me das fortuna, no me quites la felicidad; si me das fuerza, no me quites la razón; si me das éxito, no me quites la humildad; si me das humildad, no me quites la dignidad.
Ayúdame siempre a ver el otro lado de la moneda. No me dejes acusar de traición a los demás, por no pensar igual que yo.
Enséñame a querer a la gente como a mí mismo y a juzgarme como a los demás.
No me dejes caer en el orgullo si triunfo, ni en la desesperación si fracaso. Mas bien recuérdame que el fracaso es la experiencia que precede al triunfo.
Enséñame que perdonar es lo mas grande del fuerte, y que la venganza es la señal primitiva del débil.
Si me quitas la fortuna: déjame la esperanza.
Si me quitas el éxito: déjame fuerzas para triunfar desde el fracaso.
Si yo fallara a la gente: dame el valor para disculparme humildemente.
Si la gente fallara conmigo: dame el valor para perdonar sinceramente.
Señor, has que no me olvide de Ti. Porque sé que Tú no te olvidas de mí.
"Aunque mi padre y mi madre me dejaran; Con todo Dios me recogerá" (Salmo. 27:10)
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